"Por supuesto que estuvo bien lo que hiciste"
En principio, uno hace esta composición de lugar. Una y media de la tarde de un sábado cualquiera...no, perdón, cualquiera no, un sábado de fin de semana largo, como hoy. Esto modifica un poco la condición natural de las calles de tu barrio. Si un sábado cualquiera hay un 30% del movimiento que hay un día de semana a esa hora, un sábado de fin de semana largo hay un 10% o quizá un 5% de movimiento en la calle.
Y esta introducción casi estadísitica..¿.a qué se debe? Diríamos que es un somero preámbulo para explicar por qué cuando tu hija llamó al celular de él para decirle que se volvía sola a tu casa después del partido de hockey, su padre dió un rotundo "NO, sola NO", a lo cual ella respondió una hilera interminable de explicaciones a una octava más alta de lo habitual que logró arrancar un "Bueno, pero tené cuidado" en menos de lo que vos lo lograste jamás. Esos son los dotes persuasivos de tu hija, que en sólo trece años aprendió muy bien cómo lograr lo que quiere. "Pero llamá, ni bien llegues llamá."
Y así lo hizo. No había por qué preocuparse. Unas cinco o seis cuadras pasado el mediodía de un sábado no tendría por qué preocupar a ningún padre y/o madre.
"No sabés lo que me pasó cuando estaba por llegar a casa", dijo ella con cara de "novuelvosolanuncamáslapróximaveznoinsisto"
"Qué...qué fue lo que te pasó?" dijiste vos con pensamiento de "diositoporfavorquenomediganadaquehagaqueyonolapuedadejarvolversolanuncamás...porquesino..."
"Resulta que justo cuando estaba por entrar a casa venían dos tipos como de veinte que me dieron miedo, yo casi cruzo la calle porque tenían gorritos y pinta rara y justo me dijeron ..."che, se te cayó algo" y yo seguí de largo y me meti rápido adentro y mientras esperaba el ascensor golpearon el vidrio de la entrada y yo me metí rápido en el ascensor y subí. Me dio un miedo bárbaro."
"Hiciste bien," dijo él.
Y vos, que te resistís a creer que todo el mundo es mal intencionado y perverso, preguntaste..."pero vos estás segura de que no se te cayó nada?" "Obvio mamá." Y en ese instante, recordaste que cuando llevaste a tu hija a hockey a las ocho de la mañana, ella tenía puesto un buzo con piel en el cuello que no te pareció del todo adecuado para ir a un club un sábado cualquiera...bah de findesemanalargo, ya sé. Igual. Pero no dijiste nada. No sabés si para evitar la octava más alta de la reacción o simplemente porque a esa hora tu verborragia todavía no despertó.
Cuestión que cuando trajista a colación el buzo ...(traer a colación???...servir algo de comer??? what the h...?) ella lo negó. " A mi no se me cayó nada y si se me cayó algo, no me importa porque prefiero que no me pase nada."
Vos, que por supuesto, también preferís que a tu hija no le pase nada y que ni siquiera podrías imaginar que dos tipos se metieran con ella en el edificio y la obligaran a subir cuando no hay nadie, diste por terminado el tema. Sin embargo, te quedaste pensando...y por qué no pensar que le quisieron avisar que se le cayó el buzo...que amablemente quisieron devolverle lo que perdió y por eso volvieron y tocaron la puerta de vidrio...pero y si ella abría y ellos se metían adentro? Quizá aprovechaban la oportunidad para entrar por la fuerza...mejor olvidar.
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"Vamos, apurate que en una hora hay que estar en el centro y encima tengo que pasar a buscar a T y a L por la casa."
Al bajar, tus ojos se posan en un bulto amarronado, deforme pero a la vez prolijamente acomodado que yacía en un rincón del hall de tu edificio del lado de afuera.
Pocas veces avanzaste hacia un objeto con el sentimiento que te invadió hoy cuando te acercaste a ese montículo de buzo, de verguenza, de dolor por lo que hizo que la vida se volviera tan injusta para la buena voluntad de la gente sana, de la gente que aun conserva su honestidad, su solidaridad, su don de ser.
Ahí, solito, resguardado por la bondad de esos dos "tipos de veinte años con look sospechoso" en los que tu hija vio todo tu miedo de siempre, que dijeron palabras que ella reemplazó por los miles de "tené cuidado" que sus papás le dijeron a lo largo de su corta existencia, ahí solito, yacía el buzo que ellos quiseron devolver cuando ella se negó a creer que esto era nada más que un gesto de caballerosidad.
Levantaste el buzo que pesaba mucho más que siempre. Se lo diste. Ella sonrió y se ruborizó como pocas veces. Se abrazó a él y vos comprendiste. Ese abrazo era el abrazo que hubiéramos debido dar a quienes tuvieron la honradez de hacer lo que se debe sin esperar ningún tipo de recompensa.
Vaya este post para ustedes, hombres de verdad, hombres de honor, hombres como los que ya cuesta mucho encontrar en la calle un sábado de fin de semana largo..., mejor dicho, un sábado cualquiera.
Por ser casi únicos, por ser grandes, por andar por la vida con la pureza que jamás debimos perder.
GRACIAS!!!