¿Y QUIÉN ES PAUL AUSTER?
Eso estuvo muy bueno, estuvo exquisito te diría.
Presenciaste una de las cosas más desopilantes que has visto
últimamente.
Setting: librería de libros usados repleta hasta el techo con olor a eso, a libros leídos una y mil veces. Vos, subyugada.
Entra adolescente semipelirrojo, pelilargo, desprolijo, con cara de
dormido y pregunta:
- ¿Tenés "La noche del Oráculo?" de Paul Auster?
- No, viejo. Auster vuela. Cada vez que entra algo de Auster me lo sacan de las manos.
El chico, perplejo, duda unos instantes y en un exabrupto energético que no se le había notado en su pregunta inicial vocifera:
- ¿Y quién es Paul Auster???
Atónito pero infinitamente paciente, el adorable vendedor le explica con tono paternal que Paul Auster es un escritor muy famoso que parece cautivar a la gente porque sus libros no duran un día en su local, vuelan.
(Perdón por distorsionar un poco sus palabras, dear bookseller. Anyway, conservan su espíritu)
Te dio mucha ternura ver al niñito partir cabizbajo, casi te diría con aire de desolación después de haber confesado que no encuentra ese libro por ningún lado y no sabe qué hacer.
Presenciaste una de las cosas más desopilantes que has visto
últimamente.
Setting: librería de libros usados repleta hasta el techo con olor a eso, a libros leídos una y mil veces. Vos, subyugada.
Entra adolescente semipelirrojo, pelilargo, desprolijo, con cara de
dormido y pregunta:
- ¿Tenés "La noche del Oráculo?" de Paul Auster?
- No, viejo. Auster vuela. Cada vez que entra algo de Auster me lo sacan de las manos.
El chico, perplejo, duda unos instantes y en un exabrupto energético que no se le había notado en su pregunta inicial vocifera:
- ¿Y quién es Paul Auster???
Atónito pero infinitamente paciente, el adorable vendedor le explica con tono paternal que Paul Auster es un escritor muy famoso que parece cautivar a la gente porque sus libros no duran un día en su local, vuelan.
(Perdón por distorsionar un poco sus palabras, dear bookseller. Anyway, conservan su espíritu)
Te dio mucha ternura ver al niñito partir cabizbajo, casi te diría con aire de desolación después de haber confesado que no encuentra ese libro por ningún lado y no sabe qué hacer.
Te quedaste muda e impotente por no haber podido ser tan maternal como hubieras querido.
Habrías sido capaz de acompañarlo a recorrer cuanta librería existe haste encontrar su libro.
Es más, repasaste tu biblioteca mentalemente para ver si lo tenías. Hasta le habrías ofrecido una copia. Todo, con tal de solucionar su problema. Tu metié, cherie.
Pero no lo dejás ahí (esa manía tuya de nunca dejar nada ahí)
Para vos, sweet redhead, por si las vueltas de la vida te traen por estos lares.
Con profunda dedicación:
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