TURBULENCIA NOCTURNA
El ojo perspicaz notará que no dormiste bien,
que no dormiste nada a decir verdad.
El ojo perspicaz también notará
que algo te atormenta, que atravesás air pockets
de esos que te revuelven el estómago y te erizan la piel
(pero del erizado ese que cuando te mirás los pelitos
no están derechitos sino todos atornillados sobre su eje
porque no les gustó, no les gustó nada
tener que abandonar su pachorra habitual)
que no dormiste nada a decir verdad.
El ojo perspicaz también notará
que algo te atormenta, que atravesás air pockets
de esos que te revuelven el estómago y te erizan la piel
(pero del erizado ese que cuando te mirás los pelitos
no están derechitos sino todos atornillados sobre su eje
porque no les gustó, no les gustó nada
tener que abandonar su pachorra habitual)
El ojo perspicaz también notará tu inquietud, tu preocupación, tu falta de certeza tan átipica de vos.
Ahora, veamos, si el ojo persipicaz usa toda su pericia y nota todo lo hasta aquí mencionado, tú/vos/you mi querida, deberás admitirlo y tomar cartas en el asunto. De lo contrario, te la pasarás revoloteando en la cama, inventando maneras de conciliar un sueño que se te ha escapado hace varias noches y terminando por rendirte ante tu ineptitud para convocar aquello que no se deja convocar, por ejemplo, tu sueño.
Aclaremos que las turbulencias nunca fueron de tu agrado, que más bien preferís la serenidad de un vuelo equilibrado y con destino preciso y que en todo caso, si has de atravesar zonas escabrosas preferís apretarle la mano a alguien, antes que bambolearte sola de aquí para allá.
Tenelo en cuenta, mi querida.
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