3.8.07

Rutas Argentinas







Te gustan, te encantaron desde siempre. Sobre todo cuando están semivacías, soleadas, arboladas, enmarcadas por amplias extensiones de campo que se imponen a ambos lados de tu cuerpo adormecido mientras avanzás velozmente de ida o de vuelta, da igual. 

Adorás ver cómo cambian los colores en el horizonte. Podés mirar horas y horas sin cansarte jamás. Violetas rosados, dorados ennegrecidos, azules beteados, un blanco que va dejando de serlo sin desesperar. La escena simplemente te obnubila y hasta te da cierto pudor cuando se te cruzan pensamientos triviales. Ahí no, en ese momento no. Cuando el sol se pone en el horizonte frente a vos, nada importa más que admirar esa estampa absolutamente inmejorable que se revela ahí mismo, ante tus ojos.

Así es como adorás viajar.

Así fue como viajaste estos días... por playas, por mares, por campos, por cuidades semi-desoladas. Oliendo otros olores, pisando otros suelos,sintiendo otros sabores,abrigándote de otro frío bajo el mismo sol, bajo el mismo cielo.

Siendo vos la misma y a su vez otra en cada lugar. Habiendo sido tantas otras como espacios te albergaron.

Volver... siempre es bueno, sobre todo trayendo con vos a todas las otras que fuiste en cada lugar, bajo la misma luna que en estos días parecía ser otra, sólo por complicidad.



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