CASA CRUZ

Y si, después de semejante diálogo ¿qué otra cosa podías hacer?


Vamos dale, te invito a comer. 
(decís vos, of course)

¿No preferís ir al cine? 
(dice él)

No, no dale, vamos a un lugar lindo, comamos algo distinto. 
(insistís con ilusión de despojarte de tremendo cansancio)

Bueno. 
(dice él y vos dudás sobre su convicción, pero no lo decís para no dar lugar a)


Un abadejo en Casa Cruz con mini-mini bróccoli y té negro con clavo de olor y jenjibre traído en una pavita negra miniatura como de hierro, con 
formita de juguete que ya pasó a ser ese claro objeto del deseo.

Exactamente lo que querías. Dos horas de despliegue verbal de ese que te produce un efecto Effortil (nunca tomaste pero lo imaginás por I que cada vez que se estaba por desmayar tomaba uno y en media hora era otra persona) Un poquito de juego con el mozo, hablándole en inglés
para ver si te entiende, poses Vogue para creer que te ves distinta, 
paso erguido ...como si eso cambiara algo.

Acabás de volver y estás como para empezar el día más que para terminarlo, pero no...mejor ve y reposa que te espera otra larga jornada. 

Distinto es irte a dormir con sabor a jenjibre. Muy distinto.

( Párrafo aparte merece el comentario sobre esos baños típicos de diseño actual, cuyos toilettes te fuerzan a que te laves las manos y te mires al espejo junto a uno, dos o más hombres que hacen exactamente lo mismo, tensos porque vos estás ahí. Cero natural.
¿De quién fue la idea? Me pregunto cuál es el rationale detrás de esto. Me da gracia pensar en la justificación arquitectónica. En lo que a mi respecta, no necesito socializar en el baño de un restaurant y mucho menos en situación pos-micción. Para mi, LADIES, si vous plait y con la puerta bien cerrada. Merci.)