15.10.07

Regreso a Casa - Back Home - Ritornato

Aquellos lectores atentos habrán notado tu ausencia. La primera quincena de Octubre pasó como una ráfaga de viento de ese que se siente cuando sacás la mano por la ventanilla del auto mientras vas por la ruta y tenés que hacer fuerza para sostenerla porque el viento parece que se la quisiera llevar con él.

A vos no te llevó nadie a ningún lado. Seguís aquí sentadita frente a tu fiel monitor que en estos días te devolvió cientos y cientos de textos generados por otros y por vos misma coodinando ideas a troche y moche. (What the heck does this mean?) Fue divertido el shift entre inglés y castellano, las palabras borbotoneadas que surgían de algún lugar oculto que tenés por ahí, alojado entre dos de tus costillas, bien asentadito adentro tuyo. Ya te convenciste de ese don para hacer fluir el diálogo, cibernético y del otro. Sos como una gran socializadora, vehiculizadora, canalizadora, que adora, adora lo que hace. It shows.

Volviendo a retomar el hilo. Hoy, terminada una de las etapas de tu proyecto y habiendo trabajado unas seis horas, te disponés a incursionar en tu blog, por respeto al mismo. Ya se venía extinguiendo la llamita y eso es algo que no permitirás por el momento. Además, te debés a los atentos lectores que notaron tu ausencia.

Eso de ritornato, se debe entonces a que sentís que en algún punto tu energía vuelve al hogar, el foco de atención se reubica y tu cuello se descontracturará un poco al disminuir la corriente textual. En otro orden de cosas también ha ritornato tu figlio, quien se encontraba en Jujuy, gozando de las delicias del norte argentino y escuchando las charlas de un excéntrico antropólogo que proveyó explicaciones varias sobre nuestra tierra. Tu baby luce rozagante, quemadito por nuestro sol norteño, huele a leña y sonríe distinto. Es bueno sentir la paz de tenerlo en casa sano y salvo.

Párrafo aparte merece tu mini agradecimiento a los dos choferes que manejaron ese micro doble durante días, cargando a cincuenta adolescentes hijos de cien padres, nietos de doscientos abuelos y hermanos de casi tres centenares de chicos y chicas que quedaron impávidos en la vereda bajo los paraguas empapados el día que partieron, encomendando su destino a quien más quisieran.

-Perdón señores, quería agradecerles que hayan cuidado de mi hijo durante el viaje (primer nudo de garganta)

-Gracias, señora, la verdad es que es un viaje muy largo (se nota por su barba crecida y su pelo despeinado , señor) pero hacemos lo que podemos porque salga todo bien.

-Si, lo sé, por eso (tratando de refrenar tus meteretas lágrimas que últimamente están más atrevidas que nunca) quería agradecerles su esfuerzo. Espero que ahora puedan descansar.

-Gracias, señora.

-La agradecida soy yo, señores.

Te das media vuelta disimulando tu gesto lacrimoso tan ridículo cuando no es compartido. Sos la única madre que se acercó al chofer ¿cómo puede ser? ¿Nadie se da cuenta que sus hijos estuvieron en sus manos durante una semana? ¿Nadie notó que mientras dormían plácidamente, estos dos pobres hombres que hoy lucen agotados, dominaban su vigilia para velar por el bienestar de sus hijos? Mirás a tu alrededor y nadie te parece lo suficientemente bueno. Sólo los choferes, rodeados de padres muy poco agradecidos. Lamentás no haber traido algo para ellos y preferís imaginar que en sus casas contarán que al menos una señora se acercó a saludarlos.

Claro que si hubiera pasado algo (las manos se te hagan a un lado) estos dos hombres 
habrían estado en boca de todos. Nunca entenderás la mezquindad de gratitud.

Sigamos con Michael. Hoy estás así en este mood.

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